viernes, 14 de marzo de 2014

17

No tenía mucho que había descubierto a Juliette & The Licks, la primer banda musical de la actriz estadounidense Juliette Lewis, cuando conocí a A. Desde el primer momento nuestras miradas se cruzaron. Ha sido una de las pocas veces en que he sentido el poder de una mirada; directa, fuerte y llena de deseo inmediato.
Los dos estábamos inscritos en un taller de diseño editorial en un departamento del centro histórico del D.F. Me puse nerviosa. Era muy claro que me gustaba; atracción inmediata por parte de ambos. Si ese había sido el primer síntoma, ¿que seguía después?, no lo tenía muy claro, sólo sabía que algo pasaría.
Y para mí, en esos momentos con A, inició la era en donde la "virtualidad" haría de las suyas, comenzaba la era del Skype y el MSN todavía no estaba en decadencia. Acercamientos íntimos sin contacto físico (aún). Hasta que sucedió.

Y no, 7 años después, la historia no termina en aquel 2007 en el cual cumplí un cuarto de siglo de existencia.

sábado, 8 de marzo de 2014

16

Nací en el limbo. En el limbo de dos seres muy jóvenes que creyeron amarse porque así debía de ser. Sólo mi madre, al parecer, fue quien sintió ese amor real. Mi vida ha estado en el limbo, ahí nací, en él crecí y en él sigo; sin quererlo.

Mi padre quería un varón como primogénito. Nací mujer. Desde mi llegada al mundo, esa bebé que fui, estuvo despegada de sus padres. Mi madre no me tuvo en sus brazos hasta el otro día porque no tenía leche para darme. Mi padre, seguramente, tenía sentimientos encontrados, emoción y decepción al mismo tiempo, tal vez tampoco me abrazó desde el inicio; quería a ese bebé porque era suyo, pero él quería un niño, no una niña; mi madre cuenta que tardó en apegarse a mí. Estuve en el limbo de los cuneros, sin mis padres cerca en mis primeras horas de vida.

En el limbo.

No sé sí con el psicoanálisis y el regresar al pasado, al inicio de mis días en el mundo, me esté ayudando realmente a sanar. Creo que sí, y más tarde lo sabré con más certeza. Al menos ya me di cuenta que mi vida ha sido un limbo y que sigo en él; pero ahora por cuenta propia, porque me he acostumbrado tanto a él que ya ni siquiera me daba cuenta de su atmósfera; sólo sentía que algo no andaba bien, que algo comenzaba a asfixiarme. Y luego el colapso. Y sí, ha sido doloroso saber los detalles de mi nacimiento, de la hipoxia emocional con la que mis padres me recibieron.

El torbellino de este último año me ha servido para darme cuenta de que no soy feliz en el limbo; si lo fuera, ninguna de estas palabras tendrían sentido ahora. Pero ya me di cuenta. En algún momento de la vida adulta creé mi propio limbo, me envolvió, me hizo infeliz; ahora quiero dejarlo, romper el paradigma que ha marcado mi vida desde mi nacimiento. No exagero, ni me compré totalmente ideas psicoanalíticas, ni cósmicas, ni nada simililar. Simplemente es mi sentir, que es mucho y eso no me engaña. Nunca me he caracterizado por ser optimista, es más, soy muy pesimista. Pero la vida y las personas que me he topado en ella, incluida yo misma en esta versión revisada, me han dejado saber, que los paradigmas son para romperse, para quemar los cachitos que queden y que las cenizas se las llevará el viento, para disiparlas y desaparecerlas. Y así no habrá más limbo.