lunes, 29 de agosto de 2016

21

Lo serio de no tomarse la vida tan en serio. Así debería llamarse un manual, o guía terapéutica para estudiantes de posgrados en México, o quizá al rededor del mundo. Ya pasó el primer año de la maestría, y de verdad que he aprendido mucho, pero no por el mundo académico en sí, sino por los compañeros y profesores tan chingones que he tenido la fortuna de conocer. La Academia es fea, no me gusta, es cuadrada, y se rige por normas que pretenden develar nuevos conocimientos, pero que al mismo tiempo los impide porque cómo vas a hacer eso, cómo vas a escribir así, cómo quieres ponerle ese nombre, cómo pretendes brillar si quieres hacer locuras. Entonces, es una paradoja, muy cuadradadota. Me ha bastado un año para darme cuenta.

No me arrepiento, al contrario, de eso se trata la vida, de conocer para seguir o descartar, y en mi caso, al menos en el pequeño mundito académico en el que estoy, es así. Es muy triste darse cuenta de que es mal visto no sacrificar tu vida por un proyecto académico, tu proyecto; no se trata de que te sacrifiques por él, que dejes de dormir en aras de la perfección. Creo que justamente, porque es mi proyecto uno debe decidir cómo llevarlo, y asumir las consecuencias de ello. Y luego está que, el tutor lo debe guiar a uno, para decidir cómo será la mejor manera de llevar a cabo ese proyecto. Pero no, la norma es que el tutor te maltrate, te diga que no sabes nada, te torture psicológicamente porque no sabes escribir académicamente, pero no te da los tips de cómo se logra esa excelsa escritura. Es bien visto que uno ande corriendo atrás del tutor, soportando sus retardos, pero uno no puede llegar tarde porque entonces no valoro su tiempo, pero ella o él si pueden porque yo soy un estudiante que tiene toooodo el tiempo del mundo y no tengo nada qué hacer; soportar que muchas veces no lea tu trabajo porque está muy ocupado, y que cuando lee los primeros párrafos te diga no sabesescribirerestontonosabesnadaaaa, sin siquiera tomarse el tiempo de leer el resto del documento.


Sí, así es. O eso me ha tocado a mí.

Pero la mayoría de amigos y compañeros opinan 90% lo mismo que yo.

Moby. Con una canción que marcó mi juventud. Es tan serena como triste. Es apacible porque se despide. Como cuando lo que dejas ir te da tranquilidad, como yo con mis malestares académicos.

sábado, 7 de mayo de 2016

20

La última vez que escribí aquí fue hace casi 2 años. Muchas cosas han pasado durante este tiempo. Todas para bien, al menos así lo creo.

En aquel 2014 estaba a punto de, por fin, titularme de la licenciatura. Lo logré. Me titulé y al siguiente año, o sea en 2015, apliqué para una maestría en mi misma alma máter, y también lo logré. A pesar de mi esceptisismo, porque apenas me había titulado y aún no tenía el pergamino ni el plástico de la cédula, me aceptaron en el posgrado. Me puse muy feliz, como nunca, era un gran objetivo personal y académico-profesional el haber entrado a la maestría. Además en lo otro también me sentía bien, G y yo por fin formalizamos-normalizamos nuestra relación y decidimos vivir juntos; al final no hemos podido mudarnos de casa por cuestiones económicas, pero después de varios años, siento que este departamento que visitaba sólo los fines de semana, es mi hogar. Sí. Con la maestría, con el hogar propio, con una relación medianamente estable y con unas gatitas adoptadas como hijas, mi vida por fin se sentía mía y por fin sentía que yo tengo el control de ella. Es de las sensaciones de empoderamiento más chingonas que conozco, sino es que la única, hasta ahora.

Claro que sé que hay contingencias externas y ajenas a mí que pueden llegar y que llegarán, y aunque uno nunca está del todo preparado, sí creo que al menos el que ya no tenga ataques de ansiedad, me da una gran ventaja sobre mi misma, no sobre alguien más, sólo sobre mi misma, quien era y quizá, algunas veces, soy mi mayor contratiempo.

La cuestión es soltarse. Pero para llegar a eso, pues, está muy cabrón. No es nada fácil, y en el proceso, por demás complejo, hay quizá los nutrientes más valiosos que en el fin mismo de soltarse. Y al final es en el proceso en donde uno se suelta.